El líder de la Premier no pudo con Pepe. Durante 120 minutos largos, el Arsenal se enredó entre las líneas que gobernó este defensa que a sus 41 años brilló con un aplomo, un oficio y una solvencia que no tenía en sus exaltados tiempos de juventud. Contra su Oporto, una roca de jugadores generosos, tenaces y flexibles en su incesante movilidad, se estrelló el Arsenal. El equipo de Arteta entró al partido con ánimo calculador. Tanto afán de paciencia le internó en un espiral de ansiedad. Ante su hinchada aterrada se libró el drama de la prórroga y la tanda de penaltis, resuelta por dos paradas del español David Raya.
1
David Raya, Gabriel, Jakub Kiwior (Zinchenko, min. 105), William Saliba, Ben White, Jorginho (Gabriel Jesus, min. 82), Odegaard, Declan Rice, Trossard (Eddie Nketiah, min. 105), Kai Havertz y Bukayo Saka
0
Diogo Costa, Joao Mario (Jorge Sánchez, min. 85), Wendell, Otávio, Pepe, Alan Varela, Francisco Conceição (Gonçalo Borges, min. 101), Pepê, Wanderson Galeno, Nico González (Stephen Eustáquio, min. 101) y Evanilson (Mehdi Taremi, min. 88)
Goles 1-0 min. 40: Trossard.
Árbitro Clément Turpin
Tarjetas amarillas William Saliba (min. 38), Arteta (min. 68), Pepe (min. 72), Marceneiro da Conceição (min. 78) y Kai Havertz (min. 116)
El Oporto pisó el Emirates con la cautela del intruso. Poco a poco, descubrió razones para sentirse acogido. Arteta, que dispone de una de las plantillas mejor dotadas para la presión en campo contrario, desplegó su versión más conservadora. Como si en lugar de remontar el 1-0 de la ida precisara defender un 0-1, el técnico alineó a Jorginho de pivote y a Rice, otro pivote, como interior izquierda. Sacrificó movilidad en busca de la seguridad en el pase sentido defensivo. Trasladó a Trossard al extremo izquierda y en lugar de mandar una presión adelantada en masa, prefirió reservar un hombre o dos en la retaguardia, cosa de no quedar descubierto. Pepe, Varela y Aquino no tardaron en hilar pases limpios hacia sus delanteros.
Oxigenado por la inesperada tibieza de su rival, el Oporto se encontró en su elemento. El equipo de Sergio Conceiçao, avezado constructor de murallas de hormigón, jugó a que no pasara nada. Multiplicó los pases atrás y, cuando se encontró con que le liberaban espacios, avanzó. Así fue como Evanilson provocó una estirada de Raya tras un avance rápidamente conducido por Aquino y Conceiçao. Fue la mejor ocasión de la primera media hora de partido. Inflamado como los equipos que concentran su energía en resistir, cada minuto que la portería visitante permaneció intacta cargó de convicción al Oporto. Pepe y sus compañeros celebraron cada duelo ganado dándose ánimos. La muralla crecía en espesor cuando Odegaard se hizo con el primer balón dividido que ganaron sus compañeros en el mediocampo.
Odegaard y Trossard
Conceiçao lo había previsto. Su pelotón coordinó sus movimientos de presión sobre la zona que ocupara el noruego. La noticia ha recorrido Europa: Odegaard es el jugador más imaginativo, completo y sagaz del equipo de Londres. El timonel. Aquino, Nico González y Varela le enjaularon por turnos. También en el minuto 44, cuando Odegaard recibió esa pelota disputada en el mediocampo. Parecía lejos de la portería de Diogo Costa. Parecía rodeado. Pero súbitamente, rápido como ninguno para concebir la acción más dañina, vio a Trossard a su izquierda y transformó una ranura en una autopista de avance. Trossard le devolvió el pase y Odegaard, hostigado por Aquino, que le hizo falta, le recolocó la pelota en el área con un toque de cirujano. Fue casi un penalti. Trossard, cuya actividad había socorrido a sus compañeros en toda la cancha, no perdonó a Costa. El 1-0 empató la eliminatoria cerca del descanso. Quedaba un desierto por atravesar.
Arteta se resistió a sustituir a Havertz —superado por Pepe en cada acción— de la misma manera que metió muy tarde a Gabriel Jesús en la eliminatoria. Las dos decisiones contribuyeron a atascar el juego de un Arsenal dependiente en exceso de la iniciativa de Odegaard. Pasaron los minutos. Pepe contagió de convicción a sus colegas. Pasó la prórroga. Llegaron los penaltis. La mano de Raya salvó al Arsenal. El portero celebró el pase a cuartos abrazado a Arteta, que le fue a buscar para señalarlo ante la grada como el héroe providencial. El autor de la escapatoria.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.