El papel del cambio climático en los conflictos geopolíticos

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El enlace entre las alteraciones climáticas y las disputas geopolíticas se ha fortalecido en los años recientes, transformándose en un tema crucial para gobiernos, investigadores y entidades internacionales. La conexión entre los eventos meteorológicos y las tensiones políticas supera las fronteras, impactando tanto la paz regional como la estabilidad mundial.

El clima cambiante amplifica los riesgos

El cambio climático actúa como un multiplicador de amenazas. Altera el equilibrio ambiental y las condiciones de vida, generando presiones adicionales sobre recursos ya limitados. Sequías prolongadas, olas de calor extremas, inundaciones, tormentas intensas y el aumento del nivel del mar modifican los patrones de habitabilidad y producción en vastas regiones del planeta.

Por ejemplo, la sequía persistente en el noreste de Siria entre 2006 y 2011 contribuyó al colapso de la agricultura local, empujando a millones de campesinos hacia centros urbanos. Este fenómeno exacerbó tensiones sociales existentes y, según estudios de organismos como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, fue uno de los factores subyacentes que contribuyeron a la eclosión del conflicto sirio.

Competencia y escasez de recursos

Uno de los principales impulsos detrás de los conflictos geopolíticos relacionados con el cambio climático es la disputa por el control de recursos naturales fundamentales como el agua, los terrenos agrícolas y los alimentos. En áreas donde los recursos hídricos que cruzan fronteras, como los ríos Nilo, Tigris y Éufrates o el Indo, pasan por varios países, la disminución del flujo provocada por el cambio climático incrementa las tensiones entre naciones.

Un ejemplo notable es el conflicto en el lago Chad, situado en el corazón de África. Este lago ha visto una disminución de más del 90 % desde los años 60, principalmente por causas climáticas y uso excesivo. Millones de personas, tanto agricultores como pescadores, se han quedado sin medios de vida, provocando movimientos migratorios y aumentando disputas entre las comunidades y naciones colindantes. Grupos armados y extremistas, como Boko Haram, han aprovechado estas tensiones para intensificar la violencia en la región.

Migraciones masivas y desplazamientos involuntarios

Los cambios en los patrones del clima provocan desplazamientos migratorios nunca antes vistos, afectando la política interna y externa de múltiples naciones. Se calcula que para el año 2050, entre 143 y 200 millones de individuos podrían ser desplazados dentro de sus propios países debido a causas climáticas en regiones como África, Asia y América Latina, según el Banco Mundial.

Estas grandes oleadas migratorias provocan un gran impacto en las naciones que las reciben, causando conflictos étnicos, sociales y políticos. Del mismo modo, ciertas potencias han empezado a emplear los movimientos migratorios como medios de presión geopolítica, obstaculizando pactos multilaterales y poniendo a prueba las relaciones diplomáticas.

Entrada a caminos estratégicos y recursos novedosos

La alteración del clima transforma el equilibrio estratégico mundial, además, mediante la creación de nuevas rutas marítimas y el descubrimiento de recursos previamente inaccesibles. El derretimiento del Ártico, por ejemplo, ha permitido la navegación por el Paso del Noreste y la explotación de hidrocarburos, minerales y pesquerías.

Este fenómeno ha intensificado la competencia entre Estados Unidos, Rusia, Canadá, Dinamarca y Noruega, todos reclamando partes de la región ártica. La rivalidad geopolítica por el acceso y control de estas nuevas oportunidades económicas podría traducirse en situaciones de alta tensión internacional o conflictos abiertos si no se establecen mecanismos de gobernanza cooperativa.

Influencia en la gestión global y las coaliciones internacionales

El calentamiento global pone a prueba los sistemas tradicionales de cooperación y gestión a nivel internacional. Su naturaleza que cruza fronteras requiere respuestas conjuntas y multilaterales, lo que tensa las actuales alianzas y provoca la formación de nuevas coaliciones. La variedad de intereses de cada país —desde naciones insulares amenazadas por el aumento del nivel del mar, hasta grandes potencias industriales que dependen de los combustibles fósiles— complica la obtención de acuerdos.

Por ejemplo, las discusiones sobre el Acuerdo de París han destacado las diferencias históricas entre países desarrollados y en vías de desarrollo, mostrando un reajuste de alianzas y prioridades geopolíticas frente a los riesgos climáticos.

Estudios de caso: conflictos exacerbados por el clima

Sudán y la guerra de Darfur: ña desertificación y la reducción de lluvias han intensificado la competencia por tierras fértiles y puntos de agua, empujando a comunidades nómadas y sedentarias al enfrentamiento, en un contexto de debilidad institucional.

Centroamérica y el Triángulo Norte: huracanes recurrentes y la prolongación de sequías han acentuado las crisis humanitarias, incrementando la migración hacia el norte y alimentando la inestabilidad regional.

Islas Maldivas y estados insulares del Pacífico: la amenaza existencial del aumento del nivel del mar obliga a replantear conceptos de soberanía, ciudadanía y derechos internacionales, generando debates inéditos en la diplomacia global.

Funciones y deberes de los participantes globales

Las entidades multilaterales, regionales y los actores estatales destacados se enfrentan al desafío de incorporar la gestión del riesgo climático en las políticas de seguridad global. Desde la implementación de sistemas de alertas tempranas hasta los tratados de asistencia humanitaria y los mecanismos para distribuir recursos, la previsión y la colaboración son fundamentales. No obstante, las deficiencias en las capacidades institucionales y la ausencia de compromiso político complican la formulación de respuestas efectivas.

Recientes estrategias de protección y defensa

Las fuerzas militares de varios países han empezado a incluir el cambio climático en sus planes estratégicos: no únicamente como un desafío humanitario, sino como un elemento que puede desestabilizar regiones completas, modificar áreas de influencia y generar nuevos escenarios de conflicto.

Por ejemplo, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha identificado el cambio climático como un factor que intensifica riesgos en sus reportes de seguridad nacional. En zonas como el Sahel o el sudeste asiático, las fuerzas armadas juegan un papel fundamental en la administración de emergencias naturales y en la preservación del orden ante posibles disputas causadas por la falta de recursos.

Perspectivas hacia el futuro

La relación entre cambio climático y conflictos geopolíticos define ya gran parte de la agenda global del siglo XXI. El cambio climático no solo altera los ecosistemas, sino que modifica el tablero político, generando desafíos que requieren enfoques innovadores y voluntad colectiva. Comprender el trasfondo interconectado de la crisis climática y las disputas geopolíticas resulta fundamental para la prevención de conflictos, la protección de los más vulnerables y la construcción de modelos de desarrollo y gobernanza más resilientes. Los desafíos convergentes exigen liderazgos audaces y una cooperación internacional reforzada, en la que el medioambiente, la paz y la seguridad sean ejes inseparables.

Por: Fatiha Lema