Las leyes estratégicas del ajedrez tienen muchas excepciones, y saber reconocerlas es una de las capacidades que distinguen a las grandes estrellas. El 18º lance de la partida de este vídeo es una demostración magnífica de ello: Anand, pentacampeón del mundo, ignora una de esas normas universalmente aceptadas (nunca se debe cambiar un alfil muy activo por un caballo pasivo) porque ve con la claridad de los genios que ese caballo es la pieza que impide un ataque ganador, rematado además con gran belleza.
El debate eterno (al menos, hasta que lo sepamos todo sobre el cerebro humano) sobre cuál es el peso del talento innato, por un lado, y el entrenamiento y la práctica, por el otro, hay una variable de especial interés: ¿esos porcentajes cambian con la edad? Anand firmó esta obra de arte a los 48 años, y sigue entre los mejores del mundo a punto de cumplir los 54. Es harto improbable que se entrene con la intensidad su juventud. Lo que no cambia es la base de su genética, enriquecida, eso sí, por una larguísima experiencia en la alta competición.