Bélgica ha activado este miércoles el mecanismo de crisis de la UE por los intentos de injerencia extranjera en las elecciones europeas de junio. El país, que ostenta la presidencia del Consejo de la UE, ha lanzado la herramienta, que coordinará el intercambio de información entre los 27 Estados miembros de la Unión sobre la interferencia en unos comicios clave. La decisión, que no menciona a Rusia ni a otro país, se produce tras varios casos de espionaje ruso y después de que los servicios de inteligencia de varios países europeos destapasen que una plataforma de artículos que promovía la propaganda rusa pagó a eurodiputados por sus “colaboraciones”.
El caso de la red Voice of Europe, con base en Praga, que ya investiga la justicia de Bélgica y de República Checa y que ha puesto en la diana a legisladores de ultraderecha de Alemania, Francia, Polonia, Países Bajos o Hungría, ha elevado las alertas sobre los intentos de Rusia de interferir en las elecciones al Parlamento Europeo —en España se vota el 9 de junio— con herramientas de guerra híbrida, como el espionaje, las campañas de desinformación y el uso de agentes de influencia. El Parlamento Europeo vota este jueves una resolución que reclama una investigación a fondo del caso y más controles.
Varios informes internos de las instituciones comunitarias a los que ha tenido acceso EL PAÍS advierten del aumento de las actividades desestabilizadoras rusas para tratar de minar la credibilidad de la UE y también para dañar el apoyo a Ucrania, contra la que mantiene una guerra desde hace dos años. Los análisis remarcan cómo los canales afines a Rusia y opinadores conspiranoicos ponen en el punto de mira las legislaciones europeas y amplifican narrativas anti-Unión. Además, los servicios de inteligencia europeos alertan de que el Kremlin está tratando de reconstruir en la UE su red de espionaje, que ha sufrido varios golpes con las expulsiones de diplomáticos y las sanciones derivadas de la guerra contra Ucrania, según fuentes de inteligencia.
En el Consejo Europeo de la semana pasada, los líderes de la UE advirtieron contra los intentos de injerencia en un momento, además, especialmente turbulento y acordaron “hacer un seguimiento a fondo y contener” los riesgos. Al mismo tiempo, el primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, y el checo, Peter Fiala, reclamaron a la Comisión y al Consejo nuevas sanciones y medidas para perseguir y contrarrestar las “actividades malignas de Rusia” y ampliar las funciones de las fiscalías europeas para cubrir esos casos, según una carta remitida a la cúpula de las instituciones comunitarias. República Checa ya ha puesto bajo sanciones a Voice of Europe, que ya ha desactivado su web. A las preocupaciones por la injerencia rusa se suman los últimos casos de espionaje chino que han involucrado a diputados alemanes y belgas.
La activación del mecanismo europeo de crisis (que se denomina IPCR), que reúne y trata de coordinar la información que llega de los Estados miembros, las instituciones de la Unión y otros socios clave (también externos, como la ONU y países terceros), analizará la situación sobre la injerencia extranjera de cara a las elecciones y coordinará las respuestas a nivel político, explican fuentes comunitarias.
La herramienta tiene varios niveles, en función de la gravedad de la situación: nivel de vigilancia, de intercambio de información y fase completa. Bélgica lo ha activado en modo de intercambio de información. España lo activó en modo completo en octubre del año pasado. Además, ya se había puesto en marcha de forma plena en 2022, tras la invasión a gran escala rusa de Ucrania (sigue activo por ese asunto) y en 2020, durante la pandemia de covid-19.
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